lunes, 5 de marzo de 2012

Atrapadoras de miradas

Afección femenina que determina la seducción constante, incesante, incansable e indiscriminada de cada hombre existente por parte de las susodichas dentro de su rango visual. Ataca principalmente a las empleadas de comercios de la 25, quienes encuentran en una vidriera la oportunidad inmejorable para desarrollar su actividad miradora, pero no es condición de exclusividad.

Mas que mujeres que seducen con la mirada ellas son coleccionistas de miradas ajenas de tiempo completo. Su intención no es conquistar a especímenes del sexo opuesto sino llamar su atención, sentirse deseadas,  solo les interesa la mirada de quien mira y no quién es el que mira. Se encuentran en una egocéntrica competencia de autocomplacencia libidinal. Están enamoradas de ellas mismas y de sus capacidades de atracción sexual pero por sobre todo, están enamoradas del juego de seducción el que entra en riesgo de dos diferentes maneras: 1 al dejar de ser miradas, cosa muy difícil de que ocurra. Sobretodo teniendo en cuenta las condiciones físicas, muchas veces despampanantes, de las atrapadoras de miradas y también la agudeza visual del hombre en estos casos. Y 2 al quedar perdidamente enamoradas de aquél victima de sus ojos; perdedoras en su propio juego.  

miércoles, 28 de diciembre de 2011

El mundo de las secretarias





En ella reside el poder, es la que decide si logras lo que querés o te quedás esperando. Son las guardianas, las dueñas de la llave que abre todas las puertas, o las cierra. Una especie de cancerbero moderno que no pierde vigencia, la secretaria.

Supongamos que llegás a la casa de una persona con la que necesitas hablar, por la razón que sea. Golpeás la puerta y del interior de la casa sale un perro. El perro que quieras, puede ser uno de gran porte como un rotweiler, un ovejero alemán, un dogo o un pequeño caniche toy llamado “Copo de nieve”, un chihuahua o el perro muerto de Susana Giménez.


Si importar que especie de canino sea, esta claro que uno viene a hablar con el dueño, no con el animal, que no razona. Por lo cual es ilógico que te quedes intentando entablar un dialogo ameno, comprensible, razonable con el perrito, que sin duda alguna no estará contento por tu presencia, vos sos un intruso. Te quedás a esperar a que salga el dueño. Únicamente cundo este te permita el paso su mascota se tranquiliza.

La mayoría de las veces suele ser más o menos así. Increíble es la semejanza que se observa cuando te encontrás con una secretaria o un secretario. Salvando las diferencias, la situación es muy similar: vos vas con intención de dialogar con su jefe, no con ella o con él (mucho menos si es él) pero primero hay que superar esa barrera, hay que hablar con el perrito.

Y el dialogo con una secretaria es muy complicado, ya por definición su trabajo parece ser impedir todo contacto entre su jefe y el mundo exterior. A veces a costa de la conveniencia misma de su propio jefe. La predisposición, entonces, tal vez no es la mejor. Eso complica mucho las cosas.

Además, cuidado. Cuantas veces, nos ha sucedido a todos, que por no caerle bien a la secretaria nos dan turno con el doctor para febrero de 2014, por ejemplo. Nunca hay que hacerlas enojar. Hay quienes se han avivado de tanto trajin en los consultorios, estudios, oficinas y usan métodos de persuasión con las secretarias, hay quienes se amigan con ellas, hay quienes les regalan flores el 4 de septiembre.


Pero sin importar lo que se haga, cuando el jefe manda la orden de no pasar, es asi, “No pasaran”. Y no pasás, eh. También increíble es como muchas veces las secretarias y/o secretarios, por sus actitudes cerradas, juegan en contra de los intereses de sus propios amos – es decir, dueños. No, tampoco. A sus propios jefes-, los perjudican. Como les decía mas arriba.

A veces quien viene a dialogar con el jefe es un posible socio, un cliente, hasta  informante con un mensaje clave, que ante la negativa de la empleada decide buscar otro lugar. Contactar a alguien mas, alguien con quien se pueda hablar. Cierto es que si, por esas casualidades, uno se encuentra con el jefe directamente, sin intervención de terceros, el asunto se resuelve de forma sencilla, sin rodeos. Se llega a algo.

Claro, es difícil llegar a algo con alguien que no esta allí para reflexionar o dialogar, sino para ahuyentar a toda clase intruso. Con ellas, ellos no se negocia. Mas allá de quedar bien con el jefe y del análisis psicológico que se podría hacer sobre ese objetivo (y que no haré, no por falta de ganas, sino por falta de conocimientos) es observable que en ese lugar, en ese preciso momento de tu vida ellas tienen el Poder. Y te lo harán saber, ellas tienen las llaves del mundo, este es el mundo de las secretarias.

Es un trabajo complicado. Debo hacer muchas excepciones, existen secretarias extremadamente eficientes y que no insultan a la gente con su trato. Pero en la mayoría de los casos no pasan de ser el zaguero central, el policía de guardia, la principal línea de defensa o el perrito faldero de su jefe.

Eso también me recuerda a los abogados, pero esa es otra historia.

martes, 27 de diciembre de 2011

Publicidades de cerveza. Los “amigos” perfectos


Hay elementos infaltables en toda publicidad de cerveza, no importa qué, siempre están. Éstos hacen de cualquier publicidad nueva una publicidad ya vista, anunciada, predecible, repetitiva, es decir, si viste una ya las viste a todas.
En primer termino, el lugar donde se desarrolla la historia. Muy importante: este suele ser un ámbito mas o menos festivo, un boliche, una fiesta en la playa, el carnaval, un casamiento o sino simplemente un encuentro amistoso, una reunión de “amigos” en la casa de uno de ellos, un asado, un bar etc. Se deduce que el lugar es un espacio deseado, algo así como  un lugar donde todos quieren estar.

 

La bebida siempre en primer plano, no es ningún secreto. Es casi un amigo mas en la mesa, ese es el sentido. También es segundo objeto deseado que encontramos, la cerveza embellece la escena. Parece indicar algunas cosas, como que no debe faltar nunca en estas clases de reuniones; que si uno bebe se ve mas lindo, mas atractivo (sin importar lo feo que uno sea); y que todo problema tiene solución con un trago. Sin tiempo para perder comienza, la historia.




Siempre hay un protagonista principal por cada historia. Estas pretenden ser graciosas, tarea difícil, sin importar que cerveza sea todas tienen las mismas características. Se muestran a personajes en apuros y situaciones irrisorias.

Otro de los elementos in-fal-ta-bles se destacan son las minas, objeto deseado numero tres. Y mientras mas tetas tengan mejor. No se concibe una publicidad de cerveza sin tetas, no tanto así sin culos, aunque algunos se ven.







Pero volvamos a los personajes, estos merecen un párrafo a parte. Son esa cosa que vengo llamando “amigos”. Son una rara especie de perdedores-ganadores-buenaonda. Siempre feos y horriblemente mal vestidos, alter egos exagerados de los fracasados de la vida real. Estos actores, de rasgos muy marcados, por así decirles, parecen ser absorbidos, amados por esta clase de publicidades.





Igualmente, sin importar lo mal que se vean, como te decía mas arriba, la cerveza parece conceder un poder mágico que con solo mostrar al feo empinándose el vaso, este se convierte en lindo. Exactamente el mimo efecto que las viejas publicidades de cigarrillos tenían, las que por le ya no circulan en los medios desde hace un tiempo.





Todavía hay quienes compran puchos para hacer facha en los boliches, así como hay quienes solo toman cuando salen a bailar, con el mismo objetivo. Lamentablemente la magia de la publicidad no parece funcionar en el mundo real, los feos seguimos siendo feos sin importar lo que hagamos o lo que tomemos.

Por otro lado, Las diferencias entre publicidades de cerveza y las de vinos y/o fernets son escasas, prácticamente no existen, hoy en día las publicidades de vino parecen estar apuntando a un publico muy similar que al de las de cervezas, las de fernet ya lo hacían.

La mínima diferencia que se reconoce de un vistazo es que el “amigo” principal, el protagonista de la historia esta un poquito mejor vestido, lleva camisa y un peinado mas conservador. Te podrá parecer una pelotudes pero en la publicidad nada esta dejado al azar. Nada esta puesto por casualidad.



También se nota que en estas publicidades las desventuras de los protagonistas no son tan alocadas como en las de cerveza, donde cualquier cosa puede pasar. En fin, el público al que se dirigen parece ser el mismo pero mas tranquilo, más refinado, para darle un nombre.


Rápidamente esta clase de inventos publicitarios gana adeptos que no esperan el momento en que salga otra de estas publicidades, una mas (porque son todas iguales), para imitar a sus personajes ideales. Tienen el poder de generar cultura sobre esos símbolos, la joda, las minas, el chupe, los amigos caretas. De allí surgen personajes de la vida real que parecen haber salido de una publicidad de cerveza, tan imbéciles como los ficticios pero sin el beneficio de la salvación eterna que les otorga el último trago con el que finaliza cada estúpida publicidad.



Ejemplos acá: http://www.youtube.com/watch?v=8vmIazIL2Uw&feature=related seguís los links, hay un monton.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Exteriores

Luego de tanto camino hecho al andar, ya desde hace un tiempo a la fecha, me vengo a enterar que no hay tanta diferencia entre alguien que se encuentra en un ámbito laboral, como puede ser el de una oficina o el de un estudio y alguien que, como es mi caso, se ve obligado a patear de un lado al otro por horas. Al menos en lo que a lo social refiere.

Es que cuando tu trabajo es en buena medida en la calle empezas a conocer o a reconocer, a otros que están en igual situación, empleados de comercios, repartidores, promotoras, agentes de transito, algún policía macanudo (escasos) etc. etc. sirven de ejemplo. Es verdad que en una oficina la relación es muy distinta, allí no solo se producen encuentros ocasionales, como en la calle, sino que las personas deben trabajar juntas, lo que complica las cosas. Pero tal vez no conozcamos mas a la persona que tenemos a nuestro lado que a ese, ya nada extraño, con el que nos cruzamos a diario en una vereda.

Algo muy interesante, en la calle el nombre no es importante, al menos en un principio. Basta con saber que ese que está ahí es el del puesto de diarios de la esquina o el que cobra el estacionamiento, con eso alcanza. No necesito conocer el nombre de mi interlocutor accidental para cuestionarlo con un “¿Todo tranqui?” o hacerle algún comentario sobre el estado del tiempo, un tema interesante para todos, aparentemente. Lo que pasa es que lo mas seguro es que si yo tengo calor el otro también tenga calor. Y la coincidencia es casi un sinónimo de la simpatía (O es un sinónimo). El nombre se conoce después.

Otra cosa que también es interesante es la velocidad con la que se detecta cuando alguien falta, o sea, cuando, por la razón que sea, uno de aquellos con los que me cruzo a diario no apareció ese día, más aun si ya han pasado uno o dos desde el último saludo.

Relaciones sociales inevitables, se producen como quien no quiere la cosa. Y, claro seguirán pasando en la calle, un ámbito más de los muchos en los que desarrollamos y compartimos vínculos con otras personas, siempre y cuando no llueva, por supuesto.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El Mitómano



Mitómano es un adjetivo que refiere a lo perteneciente o relativo a la mitomanía. El término procede del francés mythomane.

La mitomanía, por su parte, es un  trastorno psicológico que consiste en mentir de manera compulsiva y patológica. El mitómano falsea la realidad para hacerla más soportable e incluso puede tener una imagen distorsionada de si mismo, generalmente con delirio de grandeza y un concepto, siempre,  autorreferencial de bondad exagerado. (lo que produce una gran distancia con la imagen real).

Lo habitual es que el mitómano mienta sin valorar las consecuencias de sus mentiras. Por eso adopta a la mentira como parte de su comportamiento social y crea sistemas falsos para sostener todos sus engaños.

Los niños y los adolescentes pueden convertirse en mitómanos cuando tienen una personalidad inestable y sus padres son excesivamente exigentes. Al intentar satisfacer los deseos de sus progenitores y del entorno social, terminan incurriendo en mentiras frecuentes.

El mitómano miente para ganar prestigio, manipular a los demás o hacer daño. Es importante tener en cuenta que no se trata de un trastorno inofensivo, sino que tiene efectos negativos tanto sobre quien padece la mitomanía como para su entorno.

Quien miente compulsivamente se enfrenta a grandes situaciones de estrés ya que debe sostener toda una urdimbre de irrealidades que terminan condicionando su vida y las relaciones sociales.


Links relacionados:
http://www.revistanos.cl/2007/05/18/mitomanos-necesito-mentir/
http://www.marisolcollazos.es/articulos/victimologia/Convivir-mitomano.html
http://marijosec.blogspot.com/2009/10/los-mitomanos-como-ayudarlos.html

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Pelufo

Edad, indeterminada pero que es el mas viejo de la casa seguro. Flaco, de altura media, desgarbado. Desprolijo, revoltoso, creo que solo una vez se bañó. De pelo amarillento, duro y enroscado. Medio sordo, medio ciego, medio rengo. Pasaron ya sus años mozos, qué se le va hacer. No se aguantaba en la casa y se escapaba en el primer descuido. Ha de ser el mas viejo del barrio, ahora que me pongo a pensar.

Adoptado desde muy cachorro, quién sabe si por eso es que nunca fue de un solo lugar y ha sido de todos lados al mismo tiempo. Es por definición callejero aunque desde hace mucho, no lo dejan salir. Y sus fuerzas no son las de antes, tampoco, no se puede zafar para e irse a visitar alguna candidata, aunque, ganas nunca le han de faltar.

Siempre tuvo una desbordada predilección por las hembras, de cualquier tipo, tamaño y edad. Se sabe de los muchos hijos bastados, no reconocidos, que ha tenido por ahí, lo que no se sabe es el número, la cantidad. A esta altura de su vida, es padre, abuelo y hasta, debe ser, bisabuelo también. Nunca mostró culpa alguna y por acá no se habla tampoco del tema. Más allá de eso y por otro lado, se cuenta que lo han visto coquetear, sin mucho éxito, con miembros del mismo sexo. Cuando hay ganas, cada cual hace lo que quiere o lo que puede, que a veces viene a ser mas o menos lo mismo.

Se escapaba por cualquier lado, por la ventana, por en sima el tapial. Me acuerdo que en una de esas disparadas, en medio del nerviosismo, saltó para el otro lado olvidando por completo que la vecina había armado “La Pelopincho”. Volvió a entrar así como salió, pero empapado desde las pata hasta las orejas. Parecía una nutria rubia. Ahogado, aún escupía el agua que se había tragado en el zambullón inesperado  y asustado tras las puteadas de la tía Alicia, la vecina del al lado, que recién terminaba de llenar la piletita. Nunca le gustó el agua, ahora que lo pienso, esa debió ser la segunda vez que se bañó, en toda su vida. Pero que se escapaba, eso seguro. Aunque sea para estar sentado en la vereda amedrentando a todo el que pasaba en frente de él.

Es que alguna vez fue denominado, por muchos, “el dueño del barrio”; junto con un petizo retacón, que vivía a unas cuadras de casa, se dividían la calle Cervantes, imponiendo autoridad y patoteando a quien se aventurara. No había forma de hacerlo entrar. Otras veces se iba quién sabe a dónde y no volvía por días, semanas o hasta meses. Mi vieja se preocupaba mucho, dentro de todo y pese a todo siempre lo quiso,  pero el susodicho siempre que volvía,  el problema es que volvía “medio matau”. Con una oreja agujereada, con un tajo en el lomo, rengo de una pata, con un ojo lastimado, chorreando sangre que daba miedo. Con una pata en la tumba, pero siempre volvía. Al tiempo solito se curaba.

El problema es que se peleaba  con quien le hiciera frente y siempre que lo ameritaba la situación, la mayoría de las veces, por alguna señorita en disputa. Y, la verdad, se la bancaba. No importaba si el oponente lo superaba en tamaño por una o dos cabezas, él se hacía respetar igual. Hoy no puede ni con su esqueleto; no ve mucho a través de sus cataratas; dientes, le quedan pocos y su aliento es de terror. Siempre despeinado, sucio y con mal olor. Es todo un mérito suyo no fijarse en la apariencia, nunca se acomplejó. Y yo lo aplaudo por eso. Después, trabajar, nunca trabajó. Tampoco jugó con alguien alguna vez, por arisco y desconfiado, seguramente. Era tan callejero que la casa jamás le importó. De guardián no tiene nada, es más bien miedoso y bastante llorón. A eso hay que sumarle que se la pasa durmiendo, unas cuatro horas a la sombra, cuatro más al sol y más todas las horas de la noche, donde no despega un ojo por ninguna razón.

Es persistente como pocos, lo que se dice un hincha pelotas de primera. Siempre consigue lo que quiere, sea de una forma o de otra. El muy delicado, tras de pobre, no come a no ser que sea con carne. Una vez lo vieron mendigar restos de comida detrás de un restorán, eran sobras pero de qué calidad. El muy hijo de perra se hacía el indigente para pasarla mejor y comía mejor que en la casa. A todo esto hay que agregarle: desubicado. Un tipo fuera de lugar, como la vez en que se metió a misa a olerle el culo al cura mientras éste bendecía a mi hermana por sus quince años recién cumplidos. Un experto en arruinar cada momento memorable, cada foto para el recuerdo.

Hoy viejito, insoportable, como siempre pero muy querible a la vez. Es aquel que con el paso del tiempo, y como reza ese dicho popular: “pierde el pelo pero no las mañanas”.

Quien sabe cuántas historias nos podría contar.

martes, 1 de noviembre de 2011

"La Cuchilla" desde mi ventana

En el barrio se vive la clásica calma de estas horas cuando la tarde comienza a caer y la ya tenue luz del sol apresura su ida. A lo lejos escucho el sonido de un parlante, un vehículo publicitario; no alcanzo a oír lo que dice pero su sonido armoniza con la tranquilidad de escena como un sonido de fondo casi imperceptible.

Es un paisaje terroso, las calles están rotas en cada esquina desde la última lluvia. El mejor ejemplo es la esquina de Cervantes y Belgrano, un pantano que ahora que lo pienso lleva más de un año en esa condición. El color amarronado de las calles de tierra se mescla con los árboles secos en su mayoría Sauces llorones, hoy más tristes que nunca a causa del invierno y las intensas heladas de los últimos días. El cielo es el único contraste manchado borrosas de nubes blancas estáticas.

Dos loros pasan dando graznidos por en sima de mi cabeza. Miro al final de la calle Cervantes, hasta donde la visión de mis ojos me lo permite. La última figura que se percibe es un árbol recortado del azul del cielo, desde aquí no me es imposible precisar su altura pero sin dudas que ha de ser enorme de otra forma no podría resaltar de esa manera allí a lo lejos. Recuerdo que cuando niño más de una vez fantaseé con la posibilidad de “explorar” junto con mi mejor amigo por esos tiempos la distancia que me separaba desde mi casa hasta aquel árbol gigante que hoy vuelvo a ver tan distante. A unas cuadras en esa misma dirección veo la torpe maniobra de un auto subiendo y bajando por las calles destruidas del barrio. Me acuerdo de que hoy estuvo de visita el gobernador por la ciudad y a unas pocas cuadras de mi casa, claro que sólo se animó a visitar la obra de entubación de la J.J. Franco, a unas cinco cuadras de la Cervantes, me rio solo.

Ahora miro a mi derecha, me vuelvo a lamentar por el pantano que veo en la esquina,  una cuadra más allá por calle san José, la única pavimentada el transito se agita por momentos, un motociclista sin casco pasa volando. Y pasando la San José a poco más de media cuadra la Cervantes finaliza con una palmera en medio puesta ahí desde quién sabe cuándo, seguramente ha nacido con el barrio y esta desde mucho antes de dividir las calles. Finalmente, el horizonte no puedo ver el sol ocultarse desde mi ventana, no en esta época del año, allí el cielo luce un naranja pálido, poco romántico y un tanto aburrido.

 Pasando el charco, entre Belgrano y San José unos niños salen corriendo de su casa y se paran en medio d la calle. Uno tiene una escoba en sus manos y comienza a girar sobre su propio eje, otro hace lo mismo pero con una pala de albañil que seguro le prestó su padre sin que éste lo supiera el tercero, el más pequeño de los tres sin nada en sus manos también gira. ¡Ahora recuerdo que están en vacaciones! Con razón no dejan dormir a la siesta jugando a la murga o a la pelota.

Los chicos callejean de un lado al otro, se parecen a los perros del barrio aunque, claro los perros son más tranquilos. Todos mestizos, hay uno negro tirado cómodamente en al lado de los chicos, los mira extrañado como no entendiendo que hacen. En la otra esquina otro perro, marrón casi atigrado cruza la calle a paso tranquilo. Veo otro más un necro retacón con cara de malo custodia la entrada de su casa. Son parte insustituible del paisaje, algunos parecen ser los dueños del barrio tal cual líderes narcos manejando las acciones de todos.

El cielo está más oscuro ahora, pasan volando otros dos loros por mi cabeza, no sé si serán los mismos loros de hoy ¿o serán dos loros nuevos?  Y por arriba de todo, los cables de tendido eléctrico, cables de teléfono, cables de la tele, cables, cables, cables. Se repiten las figuras de los postes, la mayoría postes de madera cruzados en lo alto por pequeños tirantes que sostienen el cableado dan la impresión de ser cruces gigantes remarcadas en el cielo. La visión me transporta a un cementerio descuidado y lúgubre. Me gusta.

Ahora los chicos que jugaban con escobas viejas y palas de albañil andan e bicicleta. Las dos bicicletas muy altas para sus pequeñas estaturas pero se las arreglan sin problema. Uno de ellos lleva al más pequeño de los hermanos en el porta cargas. “Tatin” cruza por la otra esquina, como es habitual lleva su bastón debajo del brazo. Viste un saco color marrón evidentemente muy viejo y pantalones oscuros arrugados y sus zapatos gastados de tanto uso. También lleva puesto un sombrero de paja muy parecido a los que usan los exploradores que salen en el National Geographic. Al verme me saluda tocando con sus dedos el borde de su sombrero y sin tiempo a que yo le devuelva el gesto baja la cabeza y continúa murmurando algo indescifrable en una conversación con alguien que sólo él puede ver.

Vuelvo la mirada para la casa de los vecinos de enfrente, algo que se mueve entre la basura cerca de la silla de tres patas llama mi atención. Es el perro de la casa que recién ahora me doy cuenta ha estado todo este tiempo durmiendo perdido entre la chatarra, levanta la cabeza, bosteza abriendo sus fauces y vuelve a dejar caer sus cabeza pesadamente. A mí ya me está dando frio, el sol se fue, yo también. Cierro la ventana.