Luego de tanto camino hecho al andar, ya desde hace un tiempo a la fecha, me vengo a enterar que no hay tanta diferencia entre alguien que se encuentra en un ámbito laboral, como puede ser el de una oficina o el de un estudio y alguien que, como es mi caso, se ve obligado a patear de un lado al otro por horas. Al menos en lo que a lo social refiere.
Es que cuando tu trabajo es en buena medida en la calle empezas a conocer o a reconocer, a otros que están en igual situación, empleados de comercios, repartidores, promotoras, agentes de transito, algún policía macanudo (escasos) etc. etc. sirven de ejemplo. Es verdad que en una oficina la relación es muy distinta, allí no solo se producen encuentros ocasionales, como en la calle, sino que las personas deben trabajar juntas, lo que complica las cosas. Pero tal vez no conozcamos mas a la persona que tenemos a nuestro lado que a ese, ya nada extraño, con el que nos cruzamos a diario en una vereda.
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Otra cosa que también es interesante es la velocidad con la que se detecta cuando alguien falta, o sea, cuando, por la razón que sea, uno de aquellos con los que me cruzo a diario no apareció ese día, más aun si ya han pasado uno o dos desde el último saludo.
Relaciones sociales inevitables, se producen como quien no quiere la cosa. Y, claro seguirán pasando en la calle, un ámbito más de los muchos en los que desarrollamos y compartimos vínculos con otras personas, siempre y cuando no llueva, por supuesto.
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