miércoles, 28 de diciembre de 2011

El mundo de las secretarias





En ella reside el poder, es la que decide si logras lo que querés o te quedás esperando. Son las guardianas, las dueñas de la llave que abre todas las puertas, o las cierra. Una especie de cancerbero moderno que no pierde vigencia, la secretaria.

Supongamos que llegás a la casa de una persona con la que necesitas hablar, por la razón que sea. Golpeás la puerta y del interior de la casa sale un perro. El perro que quieras, puede ser uno de gran porte como un rotweiler, un ovejero alemán, un dogo o un pequeño caniche toy llamado “Copo de nieve”, un chihuahua o el perro muerto de Susana Giménez.


Si importar que especie de canino sea, esta claro que uno viene a hablar con el dueño, no con el animal, que no razona. Por lo cual es ilógico que te quedes intentando entablar un dialogo ameno, comprensible, razonable con el perrito, que sin duda alguna no estará contento por tu presencia, vos sos un intruso. Te quedás a esperar a que salga el dueño. Únicamente cundo este te permita el paso su mascota se tranquiliza.

La mayoría de las veces suele ser más o menos así. Increíble es la semejanza que se observa cuando te encontrás con una secretaria o un secretario. Salvando las diferencias, la situación es muy similar: vos vas con intención de dialogar con su jefe, no con ella o con él (mucho menos si es él) pero primero hay que superar esa barrera, hay que hablar con el perrito.

Y el dialogo con una secretaria es muy complicado, ya por definición su trabajo parece ser impedir todo contacto entre su jefe y el mundo exterior. A veces a costa de la conveniencia misma de su propio jefe. La predisposición, entonces, tal vez no es la mejor. Eso complica mucho las cosas.

Además, cuidado. Cuantas veces, nos ha sucedido a todos, que por no caerle bien a la secretaria nos dan turno con el doctor para febrero de 2014, por ejemplo. Nunca hay que hacerlas enojar. Hay quienes se han avivado de tanto trajin en los consultorios, estudios, oficinas y usan métodos de persuasión con las secretarias, hay quienes se amigan con ellas, hay quienes les regalan flores el 4 de septiembre.


Pero sin importar lo que se haga, cuando el jefe manda la orden de no pasar, es asi, “No pasaran”. Y no pasás, eh. También increíble es como muchas veces las secretarias y/o secretarios, por sus actitudes cerradas, juegan en contra de los intereses de sus propios amos – es decir, dueños. No, tampoco. A sus propios jefes-, los perjudican. Como les decía mas arriba.

A veces quien viene a dialogar con el jefe es un posible socio, un cliente, hasta  informante con un mensaje clave, que ante la negativa de la empleada decide buscar otro lugar. Contactar a alguien mas, alguien con quien se pueda hablar. Cierto es que si, por esas casualidades, uno se encuentra con el jefe directamente, sin intervención de terceros, el asunto se resuelve de forma sencilla, sin rodeos. Se llega a algo.

Claro, es difícil llegar a algo con alguien que no esta allí para reflexionar o dialogar, sino para ahuyentar a toda clase intruso. Con ellas, ellos no se negocia. Mas allá de quedar bien con el jefe y del análisis psicológico que se podría hacer sobre ese objetivo (y que no haré, no por falta de ganas, sino por falta de conocimientos) es observable que en ese lugar, en ese preciso momento de tu vida ellas tienen el Poder. Y te lo harán saber, ellas tienen las llaves del mundo, este es el mundo de las secretarias.

Es un trabajo complicado. Debo hacer muchas excepciones, existen secretarias extremadamente eficientes y que no insultan a la gente con su trato. Pero en la mayoría de los casos no pasan de ser el zaguero central, el policía de guardia, la principal línea de defensa o el perrito faldero de su jefe.

Eso también me recuerda a los abogados, pero esa es otra historia.

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